Causas miopía infantil: sobreuso de pantallas y falta de luz natural
Para Francisco Conte, oftalmólogo especialista en niños y adultos, está más que claro que el sobreuso de las pantallas y el encierro producto de las cuarentenas trajo múltiples consecuencias a nivel mundial. Y esto no sólo abarca lo visual, sino que también existen secuelas neurológicas, psicológicas y de sobrepeso. De hecho, los niños sacaron la peor parte, el sedentarismo y el confinamiento obligado provocó un aumento de las enfermedades oculares, como la miopía. ¿Qué hacer? Para el especialista del Centro de la Visión es vital hacer pausas para descansar la vista, pero también suma la importancia del chequeo visual a los 4 años, ya que si se diagnostica un defecto o alteración antes de los primeros 8 años de vida, hay mayor posibilidad de corrección.
“¿Puede leer las letras de la última fila?”
La prueba de fuego para muchos. ¿Qué letra será? Es la pregunta que algunos temen al sentarse en el sillón de nuestro oftalmólogo. Si vemos borroso y no distinguimos las letras, lo más probable es que tengamos miopía, una enfermedad hereditaria y muy común a la vista. Tan común y conocida que durante esta pandemia hizo que aumentara no sólo en adultos, sino también en los niños.
La pandemia nos puso a prueba. De prohibir las pantallas, tuvimos que aceptarlas y utilizarlas para que los niños estudien. ¿Tuvo alguna consecuencia?
¡Por supuesto que sí! Lamentablemente el sobreuso de pantalla generó varias consecuencias en la población infantil. No sólo a nivel ocular, sino también conllevó al sobrepeso y consecuencias a nivel neurológico.
Por ejemplo, que haya tanto cansancio visual es consecuencia de que un niño esté varias horas usando pantallas. Esto genera que la velocidad del parpadeo baje a un tercio de lo normal, lo que puede tener como consecuencia una sequedad ocular, más conocido como ‘ojo seco’. Este síndrome de ojo seco puede verse tanto en niños como en adultos.
¿Qué es el ojo seco?
El parpadeo tiene una función de lubricación ocular, además de otras. Si el ojo no se lubrica por la menor velocidad de parpadeo, va generando una sequedad acumulada durante las horas que se usa una pantalla. Muchas veces en los niños no es percibida ni tampoco descrita esa sequedad. Lo que sí les genera -a veces- es un ojo rojo o visión borrosa intermitente.
¿Qué se recomienda para el ojo seco?
En los niños es raro un nivel de sequedad tan alto como para utilizar lágrimas artificiales, aunque a veces, puede ser necesario. En adolescentes y universitarios es más frecuente y lo recomendable es que las utilicen.
¿Y qué hacemos para evitar el síndrome de ojo seco en niños?
Lo más recomendado es hacer pausas con el uso de las pantallas. Hacerlo con la regla del 20/20/20. Cada 20 minutos, se pare 20 segundos, a una distancia de 20 pies (6 metros).
Esto genera pausa en los ojos para que no haya cansancio visual y ojalá que durante esos 20 segundos donde se realiza la pausa, se pueda también pestañear varias veces.
¿Cuáles son los síntomas de ojo seco?
Los más frecuentes son enrojecimiento ocular, sensación de arenilla o cuerpo extraño y contribuir de forma importante a la sensación de cansancio visual (astenopia).
Siguiendo con los niños, ¿qué otras cosas ha causado esta exposición de pantallas?
Este sobreuso de las pantallas ha desencadenado descompensación de desviaciones oculares (estrabismos) que a veces estaban ocultos o que no estaban diagnosticadas. Esto último es más raro que ocurra, pero ha sucedido. También se ha visto que pacientes con estrabismos compensados con lentes ópticos, se han descompensado con el sobreuso de pantallas.
Y el exceso de pantalla, además de la falta de sol, ¿podría provocar miopía? ¿Qué hay de cierto en ello?
Si un niño está más de 4 horas al día frente a una pantalla tiene más posibilidades de que aparezcan problemas oculares. Por eso, al estar más encerrados por la pandemia, por las clases online, por el sobreuso de pantallas, hizo que no estuvieran expuesto a luz natural del día. Esa menor exposición a la luz ambiental genera la posibilidad de que aparezcan problemas visuales, como la miopía.
¿Pero también la miopía es hereditaria?
Sí, está vinculada a factores genéticos. Es decir, si los padres o abuelos tienen miopía, claramente hay una mayor chance de que el niño pueda tenerla. Pero también se sabe que si existe menos exposición a la luz natural, eso favorece la aparición y/o aumento de la progresión de la miopía para los niños que son míopes.
¿Qué pasa con el ojo que necesita la luz natural?
Cuando los niños y adolescentes salen a la luz natural, generan la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina en la retina. Con menor luz natural, se libera menos dopamina, por ende, puede aparecer miopía.
Así, la miopía generalmente está vinculada a un mayor largo del globo ocular. El ojo se va alargando con la miopía y esta mayor elongación del globo ocular lleva a que el niño vea borroso de lejos.
La dopamina hace que se active un freno natural para que el ojo no siga alargándose, por eso es importante que los niños y adolescentes salgan al aire libre, para que liberen dopamina.
Chequeo oportuno del niño
Muchas veces, por razones personales y falta de tiempo, postergamos nuestra salud. Más aún cuando nos sentimos y vemos bien. Pero esto no debiese ser así. Es más, existen rangos de tiempos vitales para actuar, sobre todo si se trata de nuestro organismo.
En el caso de los ojos, como en otros órganos de nuestro cuerpo, es importantísimo que el niño asista a su primera consulta visual a los 4 años de edad.
Aunque, como nos comenta el doctor Francisco Conte, hay ocasiones en que es necesario adelantar el control si es que los padres o cuidadores detectan alguna anomalía sospechosa.
¿Qué nos debería decir un niño si está con problemas de visión?
Si el niño “achina” mucho los ojos, los entrecierra para ver algo, se acerca mucho a las cosas para ver, tiene los ojos desviados o ven alguna alteración de la anatomía del ojo (como una pupila blanca o un párpado caído) son señales de una posible patología visual.
” …la maduración visual de los ojos en los niños es en los primeros 8 años de vida”
Francisco Conte
Oftalmólogo
¿Por qué es importante el chequeo a los 4 años?
Porque la maduración visual de los ojos en los niños es en los primeros 8 años de vida. Los ojos aprenden a ver durante esta etapa.
Si se detecta algún defecto o alteración relevante, como una alta ametropía -es decir miopía, astigmatismo o hipermetropía- lo más probable es que requiera de lente para poder corregir.
¿Qué sucede si se diagnostica y se detecta a tiempo?
Si llegase a existir un defecto y se detecta a tiempo, por ejemplo a los 4 años, todavía hay 4 más (hasta los 8) para poder corregir y así lograr llegar a la meta con su visión, ojalá a un 100 por ciento de cada ojo, y se logre un adecuado desarrollo visual de uno o de ambos ojos.
Si ese desarrollo no se produjo en un ojo, se genera una ambliopía u ojo flojo. Esto quiere decir que no hay un desarrollo adecuado de ese ojo, donde no madura adecuadamente la visión de ese ojo en los primeros años de vida, por alguna causa.
¿Cuál puede ser la causa?
Puede ser que ese ojo necesitaba una corrección de lente y no la tuvo, que estaba desviado y no se logró un alineamiento ocular adecuado, o tenía algún factor que obstruyó el paso de información hacia el fondo del ojo, es decir la retina. Un ejemplo de ello es una catarata congénita densa.
Al no desarrollarse bien el ojo -por alguna alteración de este tipo- logra menos funcionamiento y el cerebro (corteza visual) dice “este ojo no está funcionando bien, no sirve” y lo elimina de funcionamiento. No lo usa, lo suprime y empieza a trabajar con el ojo bueno. Eso hace que ese ojo va quedando flojo y no se desarrolla bien. Por eso, si no se hace un tratamiento adecuado, y no se detecta a los 4 años, podría quedar con un ojo flojo para toda la vida.
Lamentablemente a veces el daño es muy grande y uno no puede recuperar la maduración visual completa.
¿Puede pasar en algunos casos que no se corrija la ametropía?
Sí, puede ocurrir. Hay casos en que no se logra el desarrollo visual adecuado porque a veces el diagnóstico es tardío y el niño en vez de ir a los 4, llega a los 7 años y tenía que usar lentes, o tenía estrabismo, cataratas, entre otros.
En consecuencia, si se diagnostica tarde, aunque uno haga todo por estimular ese ojo flojo o amblíope, igualmente puede quedar con daño para toda la vida.
Verano es sinónimo de protección
Al comenzar las altas temperaturas, piscinas y el mar se convierten en aliado de muchos para disfrutar de la época estival y capear del calor. Los niños son los más felices al momento de sumergirse y nadar por las aguas.
Pero ¿qué pasa con los ojos? Tanto los adultos y pequeños, deben protegerse de los rayos ultravioletas y del cloro de las piscinas. Según Conte, los mecanismos de protección varían según la edad de cada niño.
En el caso de niños menores de 8 años, bastaría una protección con un gorro con visera, ya que eso elimina la exposición en un 50% de la radiación ultravioleta. Esto se puede complementar con lentes de sol que protejan de los rayos UV, pero que tengan una tonalidad clara (café o gris claro), no un color oscuro (como el negro).
¿Y por qué pasa esto? Porque con las tonalidades más oscuras entra menos información al globo ocular. Entonces, como en los primeros 8 años están en la etapa de maduración, puede que no estén recibiendo la información adecuada, que se interpone como una barrera oscura o que interfiera en la visión si se utiliza durante muchas horas o todo el verano.
“..¡ojo que la tonalidad no es la que da el filtro!..”
Francisco Conte
Oftalmólogo
Pero ¡ojo que la tonalidad no es la que da el filtro! Por eso, al comprar un lente de sol para un niño, hay que fijarse en que tenga un filtro contra los rayos UV de 400 nanómetros.
¿Y cómo protegerlos del cloro de la piscina?
El ideal es que los niños entren a la piscina con lentes de agua. No debieran tener contacto con el cloro de manera directa, ya que es una sustancia irritativa para el globo ocular. Puede generar inflamación de la córnea transitoria, irritación y favorece a las infecciones oculares (conjuntivitis).
Por eso, si ya hay un enrojecimiento muy fuerte porque se sumergió y no utilizó lentes para el agua, lo importante es lubricar el ojo con lágrimas artificiales.
Enfermedades más recurrentes en la visión de los niños
La visión de un niño se desarrolla hasta alrededor de los 8 años. Por lo tanto, en esa etapa se considera vulnerable a ciertas patologías o afecciones que hay que tener en cuenta ante cualquier signo o señal. ¿Las más comunes?
- Ametropías (o necesidad de lentes): Las patologías más comunes están relacionadas con la falta de corrección de una ametropía que son la miopía, astigmatismo o hipermetropía.
- La Ambioplía también se considera una patología recurrente, aunque es mucho menos frecuente que las ametropías. Se puede desarrollar un ojo flojo, por no haber hecho una corrección adecuada en el momento oportuno.
- En tercer lugar está el estrabismo o desviación de los ojos.
Estas son las causas más comunes de limitación visual de la infancia, que son relevantes y graves. Por otro lado, también existen otras menos complicadas y más cotidianas en la consulta del oftalmólogo pediátrico, pero también importantes de tratar:
- Conjuntivitis infecciosa
- Conjuntivitis alérgica
- Síndrome de ojo rojo, por ejemplo por alergia ocular, infecciosas, cansancio visual por pantalla asociado a síndrome de ojo seco.
- Chalazión u orzuelos, que se producen por una producción excesiva de grasa (meibo) en el borde del párpado, tapando los poros de unas glándulas y posteriormente sobreinfectándose. Generalmente hay factores hereditarios importantes.
Y así, distintas son las patologías que pueden afectar nuestros ojos desde temprana edad. Por otro lado, el experto nos da cuenta del inesperado efecto producido por la pandemia que, durante dos años, ha cambiado nuestra forma de vivir… nuestra forma de ver.
Lo cierto es que es importante darnos cuenta de aquellas señales que afecten nuestra visión y, por supuesto, será necesaria la protección y la prevención. De eso dependerá actuar a tiempo y, así, corregir cualquier enfermedad, defecto o alteración de nuestros ojos.
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