Obesidad, infartos, cáncer: el culpable es el azúcar y no las grasas

Fecha de Publicación: 29 Marzo 2022
Tiempo de Lectura: 3 Min.

Según nuevas investigaciones dan a conocer que la obesidad, los infartos y el cáncer son provocados por nuestro tipo de alimentación. Pero no cualquier tipo de comida, sino todas aquellas que tienen que ver con azúcar. ¡Sí, estás leyendo bien!, no son las grasas las responsables de desarrollar este tipo de enfermedades ¿De qué se trata? Te lo contamos en la nota.

Nunca habíamos endulzado tanto nuestros alimentos y menos, tener a la mano una inmensa  diversidad de distintos tipos de endulzantes. Todo hacía parecer y así lo afirmaban expertos y la industria alimenticia que las grasas saturadas eran el enemigo número uno de desarrollar ciertas patologías. Pero no fue así, según últimos estudios el culpable es el azúcar.

Según el nutricionista Carlos Ríos, un niño de 8 o 9 años ya ha consumido más azúcar que sus abuelos en toda su vida. Él recomienda volver “a lo que comían nuestros abuelos”.

Cambios en la alimentación

El especialista constata el radical cambio que ha sufrido nuestra alimentación en apenas 50 años, algo que al parecer ha ido empeorando.

Trastornos metabólicos, diabetes de tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hígado graso, obesidad, sobrepeso, cáncer. Son enfermedades cuya prevalencia no para de crecer. Y cada vez más investigaciones señalan como responsable al azúcar, sustancia que la industria alimentaria añade a tres de cada cuatro productos que fabrica, endulzando como nunca la alimentación del ser humano. En especial, la de la infancia.

En España, con una de las tasas más altas de Europa de sobrepeso y obesidad, más del 50 % por ciento de los niños consume más azúcar de los 25 gramos diarios que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no sobrepasar.

Nada extraño si se tiene en cuenta que un español ingiere de media 111 gramos al día. Lo hace, eso sí, sin ser del todo consciente, ya que la mayor parte de ese azúcar ha sido añadido por la industria a multitud de alimentos.

El azúcar está omnipresente en todos los productos ultraprocesados, cuyo consumo se ha disparado en las últimas décadas, explica el nutricionista Carlos Ríos, impulsor del movimiento  Realfooding (Comida Real.

No existe en el mundo sustancia orgánica que se produzca en mayores cantidades, como es el azúcar.

La cosecha mundial de 2020 y 2021 rondará los 182 millones de toneladas, 14 millones más que 7 años atrás. Un crecimiento alimentado por el de la propia industria alimentaria, empujada a su vez por el de la población mundial.

¿Es adictiva el azúcar?

El azúcar es un tipo de aditivo barato que, además alarga la duración de los alimentos y mejora su sabor, contribuyendo de forma considerable.

“También se añade a los alimentos para darles atributos como viscosidad, textura, cuerpo y/o pardeamiento”, indica la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.

Actualmente, existen estudios que atribuyen a esta sustancia, propiedades adictivas, como el publicado en Nature por tres investigadores de la Universidad de California.

La idea que planteada por la investigación, es la existencia de un supuesto lobby de azucareros donde se ha promovido que el gran responsable del sobrepeso y enfermedades cardiovasculares es la grasa.

El azúcar se convierte en grasa

Al ingerir tanto azúcar el cuerpo la acaba transformando en grasa que no necesita y que, por lo tanto, no quema. Y, en consecuencia, se acumula en el organismo

Un consumo alto de azúcar, según expertos podría elevar el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares.

Lo que ocurre es que, cuando el cuerpo recibe demasiado azúcar, decide acumular ese excedente que no necesita en forma de grasa. Es un modo de asegurarse de que podrá transformarla rápidamente en energía si, en un futuro, sufriera un déficit de azúcar.

La insulina desempeña un papel determinante en todo esto. Esta hormona, producida en el páncreas, se encarga de advertir a hígado, músculos y células de grasa para que absorban el exceso de azúcar y engorden.

El problema es que la alimentación occidental, con su elevado consumo de esta sustancia, no permite descansar al páncreas, que sigue generando insulina, y se produce un exceso de grasa que el organismo no necesita y que, por lo tanto, no quema.

Por eso, las personas que mantienen sus niveles de insulina altos porque comen pequeños snacks dulces todo el día no adelgazan. Además, cuando las células dejan de absorber azúcar, se dispara su concentración en sangre y aparece la hiperglucemia, característica de la diabetes mellitus de tipo 2.

El término ‘azúcar’ describe a un grupo de sustancias del que forman parte la glucosa, la fructosa, la lactosa o la sacarosa.

Es esta última a la que nos referimos cuando hablamos del azúcar. La sacarosa se extrae de la remolacha, la caña o la palma y supone hoy la mayor parte de nuestra ingesta habitual de azúcares.

Algo chocante, ya que el organismo puede vivir perfectamente sin sacarosa, un compuesto químico orgánico que, de forma directa, nunca había estado presente en tales cantidades en la dieta del ser humano. Nuestro metabolismo, de hecho, ya procesa los almidones de cereales o papas y los transforma en sacarosa para proporcionarle la energía necesaria al cerebro. Es decir, no existen argumentos nutricionales para justificar que se haya convertido en un ingrediente omnipresente de la alimentación occidental.

Fuentes:

  • ABC España
  • Medical News Today

Tags:cáncerenfermedadesobesidad
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